viernes, 29 de diciembre de 2006

Sobre la estupidez

Ser estúpido no es mal trabajo. Peor es ser arreglador de porta esquíes en un concesionario ilegal que importa las piezas desde Rhodesia. Pero lo peor es ser arreglador de porta esquíes estúpido. Deben procurar que no les pase esto. El problema de los estúpidos es que no hay un antibiótico contra ellos, no se pueden neutralizar ni hacer desaparecer. Simplemente están, y no sabes cuando ni como atacaran la próxima vez. Pero veamos primero qué es un estúpido:

Según un gran hombre, un visionario místico de nuestro tiempo, los estúpidos eran uno de los cuatro grandes grupos en que estaba dividida la humanidad. Según él, los cuatro grandes grupos eran: Inteligentes, Estúpidos, Malvados e Incautos. Para hacer estos grupos, se basaba en las acciones que cometía cada uno, y dictaba una ley que venía a ser así:
Los inteligentes, cuando hacen una acción, se benefician a si mismos y al receptor de la acción. Por ejemplo, si dos individuos hacen una quiniela y les toca, repartirse el premio.
Los malvados, cuando hacen una acción, se benefician a si mismos pero reportan pérdidas al receptor. Por ejemplo, si dos individuis hacen una quiniela y les toca, uno coje el premio y el otro se queda sin nada.
Los incautos, cuando hacen una acción, ellos sufren una pérdida pero reportan un beneficio al receptor de la acción. Por ejemplo, si dos individuos hacen una quiniela y les toca, que uno dé todo el premio al otro y se quede sin nada.
Los estúpidos, cuando hacen una acción, sufren ellos una pérdida y reportan también una pérdida al receptor de la acción. Por ejemplo, si dos individuos hacen una quiniela y les toca, que uno de ellos arroje el dinero al retrete y tire de la cadena.

Así es el mundo, des del punto de vista del hombre este.
Pero yo creo que la gente estúpida no lo demuestra solamente con sus acciones, sino en todo. Lo demuestra en su manera de (no) pensar, en su manera de mear por las mañanas, de dormir, de escribir, de jugar al ajedrez alternativo, de... de todo coño. Los estúpidos son estúpidos siempre. Y aquí viene la ley de oro: TODOS SOMOS ESTÚPIDOS, pero unos más estúpidos que otros.

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