miércoles, 30 de enero de 2008

Sobre el poder adquisitivo y lo bien que pasa desapercibido

Últimamente me estoy dando cuenta de una cruda verdad, que siempre me había estado ocultada: vivo en la miseria. Sí sí. Mi familia, que desde que yo tengo constancia ha llegado siempre a final de mes, mi familia, que desde que yo tengo memoria ha ido de vacaciones cada verano un par de semanas o quizás un mes, mi familia, que siempre ha vivido en un relativo lujo, mi familia, que hasta se podía permitir caprichos de vez en cuando, y quizás a menudo también, esta familia tan bonita, está arruinada. Arruinada desde cierto punto de vista.
Yo siempre, o casi siempre, había "fardado" de pertenecer a una familia bienestante, no con mucho dinero, pero sí con unos ingresos superiores a la media. Una familia que podía vivir con caprichos, una familia que podía tenir una casa espaciosa y un par de coches, e ir a esquiar un par de semanas al año. Una familia de bien, vamos. Pero ahora hace unos cuatro años, me enviaron tres semanas a Inglaterra a aprender inglés (otro rasgo de familia de bien), i allí vi algo nunca visto. Descubrí un estamento de la población que yo ni sabía que existía. Aquellos niños con cara de subnormal tenían tanto dinero, pero tanto... Hablaban de cosas caras, de cosas que a mí me quedaban muy lejos, hablaban de cosas pertenecientes a una minoría privilegiada. Y eso pensé. Serán una minoría privilegiada. Serán pocos los afortunados que tengan tanta pero tanta pasta. Y pasé de todo. En mi ciudad no había nadie que yo conociera que tuviese tales cantidades de dinero. Y seguí fardando de tener un poco más que los demás. Hasta que se acercó el cataclismo. Había vivido engañado toda mi vida. No es que yo tuviese más que los demás, sino que los muchísimos "demás" que tenían más que yo no les conocía. Y me topé de frente con ellos, cuando conocí a chicos de un centro concertado de la ciudad. In-cre-í-ble. Un estamento social claramente diferenciado del mío, superior en todos los aspectos adquisitivos que queráis, se me había pasado por alto durante dieciséis años. Ignoraba su existencia, ignoraba qualquier cosa acerca de ellos. Hasta que me topé con ellos y con su poder adquisitivo, claramente superior al mío y al de mis compañeros. Y no eran pocos... Estos conocían a más gente de mi ciudad que tenía más pasta que ellos. Mucha gente de mi ciudad, una ciudad donde en teoría nos conocemos todos, tiene muuuuuuuucha más pasta que yo. Esto, realmente no me molesta, me la trae floja el poder adquisitivo de la gente. Lo que me molesta es que yo no lo supiera.

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