miércoles, 30 de enero de 2008

Princesa

Y de repente me viene a la cabeza una vieja melodía sin letra, cántico mudo, canción pasada, olvidada, muerta. Me recuerda a aquellos besos que nunca robé, a aquellas manos que nunca toqué, a aquellos ojos que nunca vi tan de cerca como para hacerme llorar, a tu silueta en la penumbra, a tu cara reluciente, irradiando alegría. Me recuerda a ti.
Posiblemente hubera sido mejor que nunca nos hubiésemos encontrado, que nunca nos hubíesemos visto, que nunca nos hubiésemos mirado. Como mínimo para mi. Dolor. Sentimientos pasados, no enterrados del todo, que florecen a flor de piel cada vez que tu mirada se cruza con la mía. ¿Sentiste tú lo mismo? Sí. No. Imposible. Improbable. ¿Magnífico? Despreciable.
Lo sentiste. Lo sé. Me lo dijiste. No quisiste, lo entendí. ¿Me querías? Yo a ti, sí.
¿Qué pude hacer? Mirar como huías. Te escondías. Detrás de excusas, de peso, pero excusas. Excusas que usabas como escudo, como protección contra un mal mucho mayor, contra mí. Sabía que era demasiado complicado, demasiado triste, demasiado honrado. No funcionó. No hubo suficiente fuerza de voluntad, suficiente ganas, suficiente amor. Ni por tu parte, ni por la mía. No llegué a llorar. Pero me sentí mal. Pertenecíamos a mundos distintos, a sitios, lugares y formas distintas. No éramos del mismo tipo de ser vivo. Tiempo después descubrí que ser opuestos no tiene por que ser malo, no tiene por que acabar con lo que tanto esfuerzo me costó construir. Pero lo hecho, hecho está. Tiempo al tiempo.

Per a tu.

Perquè aturar el temps, potser no és impossible.

No hay comentarios: